miércoles, 4 de abril de 2012

Pre-edición y post-edición de textos

En esta práctica el objetivo ha sido comprobar cómo mediante la inserción de pequeñas modificaciones en el texto que se va a traducir, las herramientas de traducción automática, como Google Translate, pueden ofrecer un mejor resultado. Hemos empleado un fragmento de un texto técnico redactado en inglés (extraído de un manual de un vehículo) y hemos trabajado sobre el texto traducido al español. Esto es algo fundamental a la hora de trabajar con herramientas de traducción automática, ya que la objetividad, la univocidad y la sencillez formal de este tipo de discursos facilitan en gran medida la labor de traducción. La práctica ha constado de las siguientes fases:

1.- Analizar las características clave del texto

2.- Traducir el texto con Google Translate

3.- Analizar el resultado de la traducción

4.- Aplicar al fragmento original unas directrices de pre-edición

5.- Traducir de nuevo el texto y aplicar unas correcciones de post-edición

Sin duda, el texto traducido que ha sido pre-editado tiene un menor número de incorrecciones que el texto que no ha sido modificado previamente. A pesar de todo, todavía siguen existiendo errores e incluso aparecen algunos que no existían en la traducción no pre-editada (la repetición de un verbo en el caso de oraciones coordinadas supone no conjugar el segundo). En cualquier caso, ya sea con la ayuda de la pre-edición o sin ella, el resultado que ofrecen este tipo de herramientas (Google Translate en este caso) es bastante aceptable. Debo decir que me esperaba cualquier desastre, pero el texto traducido, a pesar de ciertos errores, era sobradamente legible.

Llegados a este punto, uno vuelve a hacerse esa pregunta: ¿qué será de la traducción humana de aquí a unos años? No hay que alarmarse. Si bien es cierto que los textos técnicos, por sus características inherentes, son susceptibles de una mejor traducción automática, no ocurre lo mismo con otro tipo de textos (económicos, jurídicos, literarios…). Es posible que la traducción técnica acabe asociada a una traducción automática, pero, al menos por ahora, precisa de una corrección humana. En cuanto al resto de especialidades, pueden estar tranquilas: los traductores automáticos no saben hilar tan fino. Hay otros campos, como la traducción literaria, en los que plantear esta cuestión, sencillamente, no tiene ningún sentido.

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