Las herramientas de traducción asistida constituyen
una gran ayuda para el traductor y para un proyecto que va a ser realizado por
varias personas (debido al elevado número de palabras del trabajo y al escaso
plazo de entrega, por ejemplo). Las memorias de traducción, como Trados
Workbench, permiten almacenar segmentos y sus traducciones (correspondencias)
para así poder emplearlas en otro momento. De este modo, se puede conseguir una
terminología homogénea en el proyecto cuando intervengan varios traductores.
Además, el hecho de poder almacenar una terminología concreta (a menudo
proporcionada por el cliente) nos permite poder usarla en trabajos posteriores.
Trados Workbech suele utilizarse simultáneamente con otro programa, TagEditor,
que es realmente el entorno de edición en el que se traduce y se conservan las
etiquetas del texto fuente. El Workbench de Trados también puede integrarse en
el Word. Otros programas que se suelen utilizar son SDLX y Wordfast. Este
último quizá más intuitivo y fácil de utilizar.
Algunas de las desventajas que voy a comentar sobre
el trabajo en una agencia no son específicas de este entorno y podrían
aplicarse también al trabajo que realiza cualquier traductor freelance. Es frecuente que los clientes
quieran que se respete la terminología que ellos suelen proporcionar. Hasta
aquí, todo bien. El problema llega cuando aparecen (habitualmente)
inconsistencias en esa terminología y cuando las traducciones propuestas por el
cliente son muy cuestionables. Con el fin de evitar problemas una vez se ha
entregado el proyecto, lo habitual es atenerse a esa terminología de dudosa
calidad y plantear propuestas solo en aquellos casos en los que es totalmente
necesario.
Las erratas en el texto fuente y la mala redacción
son algo muy habitual, por desgracia. Hay veces en las que no se trata de
mejorar el original, sino de hacerlo comprensible. No hace falta decir que a
menudo hay que tirar de inventiva para interpretar lo que quería decir la
persona que escribió semejante texto, si es que se le puede llamar así. De
todas formas, tampoco es muy grave. El cliente quiere algo que se entienda y
tenga sentido. Le importa relativamente poco lo que dijera el original. A veces
ayudan con términos muy específicos que son imposibles de encontrar, pero en lo
que respecta a la mala redacción, dobles interpretaciones o sinsentidos, uno
tiene que salir por donde pueda. En el caso de los traductores de inglés, es
muy frecuente encontrarse con textos mal escritos. La razón os la podéis
imaginar: el inglés es un idioma que se usa mundialmente y no todo el mundo lo
domina… Ahora que escribo esto, no puedo evitar acordarme de cierto texto de
IBM que venía de un cliente de Taiwán. Aquello parecía de todo menos inglés.
Sinceramente, no sé si fue traducción o invención propia. El caso es que no
hubo ninguna queja. Y es que, como decía antes, la clave está en conseguir que
el texto tenga sentido y suene en español. El original no les preocupa
demasiado.
Por último, podemos comentar la cuestión de los
plazos de entrega. ¿Os acordáis de eso de «las traducciones son para ayer»?
Pues puedo asegurar que es cierto. Hay algunos trabajos para los que dispones
de unas pocas horas y para hacerlos tienes que traducir a unas velocidades
increíbles. Afortunadamente, las memorias de traducción y el trabajo en equipo
son una gran ayuda. Sin embargo, basta con encontrarse una sigla, un término,
una expresión o una referencia cultural que uno desconoce para perder infinitos
minutos. Al principio es difícil sacrificar la calidad en favor del
cumplimiento con un plazo de entrega, sobre todo cuando uno sabe que un poco
más de tiempo serviría para hacer una traducción sustancialmente mejor. Desgraciadamente,
«las traducciones son para ayer» y a menudo la única opción es hacerlo lo mejor
posible en el menor período de tiempo.
En definitiva, la valoración final de esta
experiencia ha sido positiva. Además de haber aprendido a manejar algunas de las
herramientas de traducción asistida más habituales en la práctica profesional,
he tenido la oportunidad de verme en un entorno de trabajo real donde he tenido
que enfrentarme a problemas habituales en el ejercicio de la profesión. Si
alguno piensa dedicarse a esto, le animaría a pasar unos meses en una agencia.
Es una buena forma de empezar y de tener un primer contacto con el mundo
profesional. Espero que estas reflexiones os hayan servido. Para cualquier
consulta o aportación, podéis dejar un comentario.
Un saludo,
1 comentario:
Lo de los plazos me da bastante miedo, que soy muy perfeccionista y me duele mandar algo que sé que podría estar mejor. Pero en fin, el mercado manda, imagino.
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