domingo, 19 de febrero de 2012

Presentación

¡Hola a todos!

Bienvenidos a El taller de la traducción. En primer lugar, quisiera presentarme. Me llamo Carlos y soy estudiante de cuarto curso de la licenciatura en Traducción e Interpretación en la Universidad Autónoma de Madrid. Este blog nace en el marco de la asignatura de Informática Aplicada a la Traducción y durante los próximos meses va a servir de cuaderno de bitácora para plasmar mis impresiones acerca de la asignatura, las clases y los trabajos que vayamos realizando a lo largo del curso. Por otro lado, también me gustaría incluir algunas entradas que trataran desde una perspectiva más general temas relacionados con la Traducción y la Interpretación. Como podéis ver, todavía no he perfilado del todo la dirección que va a tomar el blog; lo iré decidiendo sobre la marcha en función del ritmo de las clases, de los aspectos que vayamos tratando y de las inquietudes que me vayan surgiendo.

Quizá alguno de vosotros haya pensado (con razón) que el título del blog resulta un tanto contradictorio si tenemos en cuenta que la mayoría de las entradas van a tratar sobre las destrezas informáticas que ha de poseer un traductor. La palabra «taller» nos traerá a la mente una estancia repleta de herramientas y artilugios antiguos donde la tecnología brillará por su ausencia. A lo largo de estos cuatro años, he podido comprobar que la traducción está más cerca de la artesanía que de la ciencia. A pesar de que muchos se afanen en teorizar, la imagen del traductor que traduce me resulta más cercana a la del alfarero que da forma a una vasija o incluso a la del arqueólogo que pasa largas horas reconstruyéndola que a la del químico que realiza experimentos en un laboratorio. (Con esto de las vasijas, podríamos abrir un debate sobre el carácter creador o re-creador de la traducción, pero creo que será mejor dejarlo para más adelante.) En cualquier caso, la informática, así como los diccionarios o los glosarios no son más que una herramienta en ese taller. En el caso de la informática, por las posibilidades que ofrece, una muy buena herramienta; pero nada más que eso. El lugar de trabajo del traductor seguirá siendo el mismo: su particular taller de las palabras, donde solo a veces dos y dos suman cuatro.

Me gustaría acabar esta entrada dando las gracias a mi compañero y tocayo por las entradas que ha estado publicando estos últimos días en su blog: El Antro del Traductor. Sin ellas, no me habría sido tan fácil aventurarme en la creación del presente. Por el momento, esto es todo.

Saludos